TARDE DE OTOÑO
El otoño conmueve
y la lluvia resbala
-es como ese juego tonto
que empieza y que no acaba-
por un cristal vahoso
que letargos presagia.
El cristal, ignorante,
olvidó las palabras
que saben que la luz
es estrella en su cara;
también que hay un sol
que a las nubes desgasta.
Aprisiona a las dudas
la mudez de la nada.
Igual que yo. A la tarde
la ocultó mi desgana,
me olvidé de quien soy
y que existe mañana.
¿Por qué vence la inercia
del gris a la esperanza?
Ramón LUQUE Sánchez
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