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ALONSO SANTIAGO: RETRATO DEL RETRATISTA
Ram?n Luque S?nchez
Alonso Santiago impone. Es por su enorme figura, la barba, noble y cana, esos ojos que parecen escrutar lo que ven para ir m?s all? de la apariencia de la vida y por la serenidad que irradia su presencia. Todo nos descubre que estamos ante un hombre especial y distinto. Vi?ndolo, sentimos que ha salido de unos de los cuadros de El Greco o Vel?zquez,? a quienes tanto admira.
???? Sorprende y apabulla cuando se le conoce. A primera vista por su aspecto f?sico, pero es al escucharlo cuando uno se termina de forjar la estampa de c?mo debe ser. ?El lenguaje cobra plenitud en su boca. El seseo de su? Cabra natal fluye con gracia y soltura, dotando al verbo de notas musicales que hechizan a quienes lo oyen al tiempo que armonizan el ambiente con sutiles cadencias. Pero es su manera de expresarse, la forma de construir frases y encabalgar razonamientos, lo que nos indica que estamos ante un ser excepcional, uno de esos antiguos sabios que sorprenden con su verdad. Su palabra, forjada en lecturas y m?ltiples tertulias, nos transporta a un saber arcaico que enriquece y emociona. Hablar con ?l es querer que no acabe nunca ese fluir de ideas, desear que se prolongue la tarde en noche alrededor de una botella de vino y esos mil temas que seducen desde siempre al hombre y sobre los que no se acaba nunca de disertar.? Y mientras habla? uno se imagina esas muchas personas, ilustrados tambi?n, con los que ha debido compartir deslumbramientos e intuiciones, las mejores maneras de conocer y aprender. No impresiona, por tanto, cuando nos enteramos? de que nuestro personaje es poeta y pintor, en definitiva un explorador del mundo y sus m?ltiples recovecos.
???? Por todo lo anterior, es natural el que sea un artista poco convencional. Sus lienzos ?sobrecogen por tanta desaz?n como los ronda.? Se comprende as?, es inevitable, que se haya adentrado por el laberinto de interrogantes que siempre plantea un buen retrato, un intento de captar no s?lo la fisonom?a del retratado, muchos de sus rasgos se diluyen en manchas de color buscando m?s la expresividad que la forma, sino tambi?n de aventurarse por su psicolog?a para plasmar ese h?lito vital que se esconde detr?s de la pose. Cuando admiramos sus cuadros nos inquieta su profundidad, percibimos que quieren mostrarnos un cosmos que palpita dentro de lo puramente f?sico para trascenderlo, es ese lugar donde moran los sue?os y se forjan las interrogantes del coraz?n. Tambi?n pasa con sus retratos. Sus figuras son as?; desconciertan. Choca el que resida en El Puerto de Santa Mar?a, parece un artista demasiado grande para esta ciudad. Pero es que Madrid, all? se desarroll? gran parte de su obra, tambi?n se queda peque?a. Alonso Santiago es de esos artistas universales que trascienden fronteras, s?lo porque es capaz de mostrarnos esas emociones que persiguen a los hombres de cualquier lugar, ?poca y edad. Muy pocos lo consiguen. Por eso no importa el lugar donde viva, su val?a y la de gente como ?l ilumina esos misterios que unifican un universo tan dispar, y s?lo para que lo podamos ver el resto de los mortales.
???? Dos son las series de retratos que ha ejecutado y presentado. La primera est? dedicada a personas comunes, gentes con las que uno se encuentra o convive. En todas ellas la fragilidad se transparenta. La segunda serie nos presenta a grandes genios de la literatura universal que sin duda debe admirar. A primera vista sus retratos pueden recordarnos a Francis Bacon (Dubl?n, 1909-Madrid, 1992), pintor expresionista anglo-irland?s. Pero a poco que nos fijemos un poco, vemos como en Alonso Santiago es intuici?n lo que en Francis Bacon es raz?n, si el horror es la clave de muchos de los cuadros del dublin?s, la inquietud de ser es lo que nos trasmite el egabrense, desnudos espirituales que apabullan con su verdad.? Pese a todo, es Goya el que parece ser el maestro del que ha bebido nuestro pintor. Muchos de sus retratos recuerdan al pintor aragon?s, ya viejo y solitario, refugiado en la Quinta del Sordo. Como el autor de ?La familia de Carlos IV?, sus figuras rezuman ese pasmo en el que tantas veces nos ensimismamos los hombres para extraer de ?l la fuerza que nos mueve y engrandece o destruye.
???? Es con su segunda serie de retratos, probablemente porque son gente muy conocida, con la que nos identificamos m?s. En ellos el pincel se despoja del arco iris que brota de sus cerdas y de esta desnudez surgen m?ltiples s?mbolos de la literatura universal. Son rostros que hemos visto infinidad de veces en las portadas de sus obras y en libros de texto. Dante, Cervantes, Lorca, Pessoa y otros muchos nos invitan a leer. ?Son cuadros monocrom?ticos, en los que el lienzo es sustituido por el papel, el ?leo por la aguada. ?Predomina el gris y el rojo, color tan hisp?nico por la pasi?n que representa, roja es tambi?n la sangre que se derrama de esos toros que Alonso Santiago ha pintado en tantas ocasiones. Ambos colores, indistintamente,? y las sutiles tonalidades con que los viste, sirven al pintor para traspasar la apariencia f?sica y mostrarnos incisivamente el filo de su esp?ritu, el mismo que ha logrado en cada caso traspasar la mera forma de las palabras para crear a partir de las mismas obras inmortales. Con estos simples colores dota a estos escritores de un halo de romanticismo y vehemencia. Despojados de convencionalismos nos muestran esa fuerza espiritual necesaria para la creaci?n literaria y art?stica. Cada uno tiene la suya propia, procede de la experiencia vital y tambi?n de los sue?os que no los dejan dormir.
???? Alonso Santiago es hijo de pintor, tambi?n retratista, de ?l debi? aprender a dar sus primeras pinceladas, s?lo que Alonso Santiago consigui? salirse del camino trillado por el que tantos transitan para ofrecernos un universo propio, en ?l encuentra la inspiraci?n y capacidad necesarias para adentrarse por los laberintos del alma y alumbrar y descifrar algunas de sus interrogantes.
Tags: Alonso Santiago, pintura, arte