Lunes, 05 de abril de 2010
Publicado por PoetaRamon @ 16:07  | Articulos Literarios
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"Pigmali?n", de Bronzino (1530)

EL MITO DE PIGMALI?N

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Ram?n Luque S?nchez

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(Art?culo aparecido en la revista PL?YADE n? 18)


Todos los que escriben. Todos los que pintan, esculpen, tallan, modelan o dise?an...Todos los que pretendemos crear una obra art?stica hemos so?ado muchas veces con el tra?bajo perfecto, con esas palabras, o pinceladas, o golpes de buril hilvanados entre s? con tanta sabidur?a y perfecci?n t?cnica que son capaces de levantar y conformar una obra de arte, una obra perfecta, que puede emocionar y detener el coraz?n durante unos instan?tes. Pero a poco que meditemos un poco, veremos que s?lo se trata de adentrarnos por los recovecosde nuestra propia alma para reproducirla. Porque al fin y al cabo, ?qu? es el arte sino el af?n del artista por bucear en su yo m?s ?ntimo hasta encontrar en ?l la misma perfec?ci?n, una imagen so?ada, y recrearla, entresacarla de las propias limitaciones que tantas veces, lo sabemos, nos impiden ha?cer tangible ese p?lpito seductor que se pasea por nuestro subconsciente con la determinaci?n de un Alejandro Mag?no cualquiera, pero que al igual que ?l se ha recubierto con los ropajes del mito, que lo hacen inaccesible a la raz?n. El sue?o permite intuirlo, algunas veces verlo pasearse ante nosotros, mostrarnosl os recovecos de su desasosiego. Pero casi nunca nos deja abrazarlo, asirlo por la cintura para exponerlo al mundo, que se hace real a trav?s de los sentidos.?

Cuando de alguna manera lo percibimos, se nos presenta suspiro y mar. Son las emocionadas l?grimas que derramamos tantas veces mientras escribimos algunos versos, cuando contemplamos las pinceladas de Van Gogh o el l?cido m?rmol de Rodin. Probablemente estos artistas lo son porque supieron como nadie dar a la luz el mundo oculto en el que fabulaban sus ilusiones. Se dice que en la Gioconda est? escondido el rostro del propio Leonardo. ?l, un artista exigente y genial, deb?a saber mucho de esto sobre lo que escribo. El artista s?lo lo ser? en la medida en que pueda adentrarse con mirada incisiva en sus propias interrogantes y certezas. S?lo podemos saber de nosotros mismos. Y a?n as?, el deseo y el miedo tratar?n de disfrazar lo que de verdad sentimos. Lo dem?s es falso. El arte es aut?ntico cuando expresa el alma del autor y el universo que ha ideado.?

Muy pocas veces la obra perfecta, ese sue?o seductor que nos asalta en el profundo silencio de la noche, se deja poseer, se entrega y permite ser captado y reproducido su aliento, como hace la modelo de un pintor o escultor cuando se desnuda delante de ellos. Siempre es una trampa. No es a ella a quien pintan o escul?pen, lo que vemos es el reflejo de los ?ntimos anhelos del artista. En esto se basa el mito de Pigmali?n, el artista que se enamora de su propia obra. Al fin y al cabo lo hace de ?l mismo, eso que lleva dentro y ha sacado a la luz en una noche de enso?aci?n y trabajo. Pigmali?n qued? tan impresionado por la perfecci?n de su propia escultura, la bella ?Galatea, que se enamor? de ella.Tanto suplic? a Venus que al final la diosa le dio vida al m?rmol, en el que, muda y quieta, Galatea estaba dormida. Claro que esto es s?lo en apariencia, basta fijarse en las tonalidades y plasticidad de la Proserpina de Bernini, c?mo se hunde su carne cuando el raptor presiona su desnudez, para comprender que frente a la indeleble huella que deja el tiempo sobre la carne hu?mana, ella siempre permanecer? joven y palpitante, provocando con el temblor de su desnudez una sacudida de incredulidad en los ojos de quienes la admiren. No creo que Venus hiciese bien a Galatea dot?ndola del atributo de la muerte frente a la inmortalidad del con la que el arte reviste sus genialidades. Tampoco hizo bien a Pigmali?n.?

Sabemos por Ovidio que Galatea le dio aPigmali?n dos hijos: Pafos y Metarne. Nada nos dice, sin em?bargo, de la posible decepci?n del artista al comprobar como supropia obra, esa que llevaba en si el don de la inmortalidad, se desmoronaba ante sus ojos como los castillos de arena que levantamos en una tarde de playa y que unas horas m?s tarde, con la pleamar, las olas, s?mbolo inequ?voco delt iempo y su voracidad, lo engullir?n s?lo por el placer de hacerlo desaparecer. S?lo por ver en la inh?spita planicie la imagen de su triunfo. La vejez y la muerte nunca son mitos. Nunca.?


Tags: mito de pigmalión, arte y literatura, mitología clásica, pigmalión y galatea, el artista y su obra, reflesión sobre el arte, creación artística

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