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Art?culo aparecido en la revista de Semana Santa de Meng?bar del a?o 2010
EVOCACI?N DE LA CUARESMA
Ram?n Luque S?nchez
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Estaba reci?n concluido el Concilio Vaticano II, pero la gente no sab?a a?n que su mensaje iba a cambiar muchos aspectos de la iglesia y a clarificar su liturgia. Eran aquellos a?os en los que los ni?os llev?bamos un largo flequillo coronando la mirada y una imperiosa necesidad de palpar lo sagrado. Entonces se viv?a la Cuaresma y se sab?a el significado de la Semana Santa. Todo empezaba el Mi?rcoles de Ceniza, cuando los maestros nos llevaban a la iglesia a recibir la ceniza que nos recordaba que polvo ?ramos y en polvo nos habr?amos de convertir. El cura desde el p?lpito nos hablaba de la historia de Jon?s y como lograba convencer a los ninivitas para que se arrepintieran de sus pecados. Fueron cuarenta d?as de penitencia y al final Dios los perdon?. La Cuaresma representaba y representa este tiempo de sacrificios que nos prepara para vivir con plenitud la muerte y resurrecci?n de Jesucristo. Cuando sal?amos de la iglesia y lleg?bamos a casa mostr?bamos orgullosos una cruz plateada en la frente que nos introduc?a de lleno en un mundo de vivencias y tradiciones que en algunos casos se remontaban a varios siglos atr?s. Empezaban ahora esos cuarenta d?as de recogimiento y oraci?n. No era s?lo el precepto de no comer carne los viernes, era tambi?n el asistir a ejercicios espirituales y setenarios para escuchar la sabia voz de los misioneros y el preparar una ropa para estrenar el domingo de Ramos, porque de lo contrario se nos caer?an las manos. La cocina se volv?a tradicional y apelaba al bacalao y a los postres dulces.
???? La abstinencia de comer carne se cumpl?a a rajatabla, como algo que se lleva grabado en la memoria y que nos impide traspasar una norma divina, hasta en los bares se sustitu?a la tapa de morcilla por un pu?ado de garbanzos tostados o un platillo de altramuces. Protagonistas principales de estas semanas eran las mujeres, sobre todo las muchachas, que acud?an mayoritariamente a la iglesia a o?r con recogimiento unos sermones que les hablaban de la piedad. Todas llevaban un sencillo velo negro cubriendo sus cabellos, era m?s que nada s?mbolo de recato y humildad. La semana que duraban los setenarios, un d?a por cada uno de los dolores de la Virgen, preparaban al esp?ritu para vivir con devoci?n unas celebraciones que exaltaban la pasi?n, muerte y resurrecci?n de Jesucristo y su significado: la salvaci?n de los hombres. As? era como se llegaba a comprender que su sacrificio se convert?a en agua vivificante que nos llevar?a a una gloria prometida en la que su sola presencia servir?a para sentir ese gozo eterno reservado a los limpios de coraz?n. La Cuaresma ayudaba a purificar el alma y prepararla, limpia de pecados, para recibir al Se?or. Por este motivo las confesiones se multiplicaban esos d?as. La fe reverdec?a ante la visi?n de Cristo crucificado y el dolor de su Madre.
???? Recuerdo con especial afecto que durante unos a?os colocaron en la iglesia una bandeja con unos papelillos doblados en los que hab?a escritos una serie de penitencias que hab?a que cumplir. Cada d?a realiz?bamos entusiasmados una visita al sagrario y cada d?a cog?amos? uno de estos papelillos. Se trataba de probarnos a nosotros mismos si ?ramos capaces de estar unas horas sin hablar, rezar con devoci?n unas oraciones o ejecutar alguna obra de caridad. Tambi?n se trataba de vivir virtuosamente desde el compromiso y la reflexi?n.
???? Pero la Cuaresma era tambi?n un constante ajetreo en las casas, hab?a que preparar ropas para que todos pudiesen estrenar alguna prenda nueva. Los hombres una camisa o un pantal?n y las mujeres un primaveral vestido que resaltara una sencilla belleza alejada de los gustos y modas tan desaforados que imperan en la actualidad.
???? Cuando llegaba la Semana Santa la vida se paralizaba. El Domingo de Ramos era el escaparate en el que se miraban unos a otros para calibrar el bienestar propio y ajeno. Tambi?n nos deparaba unas hojas de palma con la que se hac?a torres, ?trepaollas y hasta lagartos que te com?an el dedo si te descuidabas un poco. Las misas solemnes se suced?an. Empezaba ahora un traj?n en la cocina con unos platos que s?lo se preparaban en estas fechas: alb?ndigas de bacalao, bacalao con tomate, tortilla de espinacas, potaje de garbanzos y panecillos?; pero a los ni?os nos cansaban y no nos gustaban, menos mal que se compensaban con los postres en los que natillas, arroz con leche y bienmesabe endulzaban este tiempo de renuncias y austeridad. Y todo se volv?a silencio en las casas: la radio enmudec?a, las canciones se sustitu?an por rosarios y a los ni?os ?se nos prohib?a alborotar y gritar. Mi abuela dec?a que en Viernes Santo no cantaban ni los p?jaros.
???? El Jueves Santo y el Viernes Santo quedaban impregnados de lo sagrado. La emoci?n por la rememoraci?n de la pasi?n y muerte de Nuestro Se?or Jesucristo deten?a el ajetreo diario. Bares y cines cerraban sus puertas y las familias asist?an unidas a los santos oficios. Pero antes se hab?a acudido a la iglesia para recoger agua bendita que se echaba por los rincones de las casas, tambi?n se golpeaban las puertas. Se trataba de espantar al diablo, que no hiciera nido en nuestras vidas en unos momentos en los que nos encontr?bamos desamparados por la muerte del Se?or. Las procesiones sacaban a la calle a todo el mundo, que se persignaba con la cabeza inclinada al paso de los Cristos y V?rgenes de su devoci?n. Tambi?n se tocaba el manto de la Virgen en un intento de palpar su ?divinidad.
???? El Domingo de Resurrecci?n resultaba exultante. La procesi?n del Ni?o de las Uvas y el redoble del tambor de la hermandad de la Virgen de la Cabeza animando a la poblaci?n a acudir en romer?a al santuario mariano llenaban las calles de colorido y bullicio. En las casas se com?a el mejor gallo, hab?a que celebrar que Cristo hab?a resucitado. Los miedos desaparec?an y la normalidad volv?a a la vida.
???? El Concilio Vaticano II ha cambiado muchos de aquellos ritos. A la importancia de la pasi?n de Cristo se antepone hoy la trascendencia de su resurrecci?n, el Cristo del Amor ha doblegado a la idea de un Dios justiciero, el perd?n y la redenci?n? son m?s importantes que el castigo por la falta cometida. El Ni?o de las Uvas qued? relegado unos a?os por la presencia majestuosa del Resucitado... El progreso, como una apisonadora, destruy? multitud de costumbres que consider? anticuadas; olvid? que formaban parte de nuestra cultura, de tradici?n judeocristiana. ?Y sin embargo, uno no puede de dejar de sentir a?oranza por un tiempo en el que nos conmov?a los ojos luminosos de nuestras abuelas mientras corr?a un gastado rosario entre sus dedos y una sagrada letan?a entre sus labios. Era en ese tiempo de Cuaresma y Semana Santa, de recogimiento y oraci?n, y s?lo por estar m?s cerca de Dios y entender su sacrificio desde los m?s piadosos sentimientos.
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