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BICENTENARIO EN SANFERNANDO: VISITA DE LOS REYES
HOMENAJE A LAS CORTESDE LA REAL ISLA DE LE?N
24 de Septiembre de 2010
??A las Cortes, a las Cortes!??
Ram?n Luque S?nchez
??Ya vienen los Reyes!?, grit? a mi lado la muchacha que sosten?a conel brazo en alto una c?mara de v?deo mientras miraba su pantalla, queinvoluntariamente se hab?a convertido en unos potentes prism?ticos. Cosas delas nuevas tecnolog?as. En unos pocos segundos la calle fue un hervidero dec?maras fotogr?ficas, gestos y gritos de exclamaci?n. ?El Rey parece m?s alto aqu? que en la tele?. ??Qu? guapa la reina!?, ?Yqu? elegante?, le replic? otra. ??Qu?cara de buena persona tiene!?.? Unreiterado grito de ?Sof?a, guapa? merecord? a las procesiones sevillanas. Desde luego hay gente que confundechurras con meninas, como dijo una celebrity nacional. Hasta hubo quien coment?mientras los Reyes de Espa?a entraban en la Iglesia Mayor para presenciar ladramatizaci?n del cuadro de Jos? Casado del Alisal: ?Juramento de losdiputados? que tan sabiamente ha dirigido D. Manuel Foncubierta: ?Pero ya ver?s como del paro no hablan?.Mi mujer, mientras tanto, me miraba y se sonre?a. Cu?nto se puede llegar a decircon un silencio.
Todo hab?a empezado unas horas antes. ?Fue mucha la gente que literalmente se ech? ala calle muy temprano. Quer?a coger un buen sitio delante de la Iglesia Mayor. Hastaall? llegar?an los Reyes y por all? pasar?a el desfile militar. Mi amigoJuanito, tan aficionado al p?del, dej? el deporte a un lado y se plant? juntocon los amigos en la Plaza de la Iglesia. Qu? estrat?gicamente se situaron. En pocashoras, entre las barreras de seguridad y el gent?o era muy dif?cil transitarpor la calle. Qu? trabajo llegar a cualquier sitio.
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Despu?s lleg? el desfile militar.Fue muy peque?o. Mi amiga Lola no pudo reprimirse: ?Con los desfiles que hemos visto en la Isla, ?ste se queda chico?.Es cierto, fue m?s bien modesto, pero los sones de una m?sica compuesta paraexaltar sentimientos patri?ticos arrancaron largos aplausos. La marcialidad delos soldados que desfilaron, su altura y circunspecci?n, suscitaron m?s de ungrito de admiraci?n. Al paso de las unidades acorazadas o? este comentario: ??Qu? barbaridad, cu?ntas cosas tenemos!?.Fue una sentida afirmaci?n de orgullo patrio, pues el ej?rcito debe ser, aligual que las Cortes, una instituci?n al servicio del pueblo, de ?l se nutre ypara su bienestar y defensa fue creado. Me comenta mi amigo Antonio que el Reyse cuadr? ante la bandera con una energ?a que le sorprendi?. Tambi?n lo hizouna mujer desconocida,? que se marc? unareverencia y saludo dignos de un militar con muchos galones y veteran?a. ?Seguro que era la mujer de alg?n jefazo dela Marina?, me asegur? con cara muy seria. Mi amiga Blanca, con una graciaque marea, me cont? la an?cdota de una madre que le dijo a su hija peque?a muyexaltada: ?Mira, ya vienen los Reyes?.Seguro que la ni?a, continu? medio en serio y medio en broma, se qued? esperandoa Melchor, Gaspar y Baltasar y un mont?n de regalos. Que no falten an?cdotascomo ?sta en un d?a glorioso para la historia de San Fernando.
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Los Reyes pasaron muy r?pido porla calle Real, demasiado. Casi no se les vio. A su paso se escucharon muchos ??Viva los Reyes!? junto con repetidos ??Viva Espa?a!?. Los actos previstos sehab?an adelantado en el tiempo por causas que desconozco. Por all? vimos a laministra de Igualdad, a Jos? Bono, c?mo luce cabelleradespu?s del trasplante de pelo al que se ha sometido. Qu? envidia. Yo deber?ahacer lo mismo. Por el contrario, la cabeza de JavierRojo brilla como una bola de billar. A lo mejor esa es la soluci?n a miproblema de alopecia (seguro que me sale m?s barato); un d?a probar? aafeitarme la testa a ver si me queda tan bien como a ?l. Por la calle Real sevio tambi?n al Presidente de la Junta de Andaluc?a, a la Presidenta delTribunal Constitucional y a la alcaldesa de C?diz. Los aplausos semultiplicaron a su paso. El alcalde estaba exultante. Sin duda fue un gran d?aque le compens? de tantos sinsabores pol?ticos. Junto a ?l iban todos losconcejales (y concejalas, que luego no se diga). Por unas horas no hubotensiones aparentes. Que mal hablan algunas mujeres de las mujeres. Semetieron, sobre todo, con las se?oras concejalas, que si el vestido le quedabatan mal que parec?a un chorizo, o qui?n la hab?a visto y qui?n la ve. Esto esmemoria hist?rica y lo dem?s son tonter?as. No dejaron de observar como dos se?orasllevaban el mismo ?modelito?, estodicho con mucho retint?n. Me confiesa una amiga que ha estado mirando todas lasfotos de los peri?dicos a ver si las identificaba, pero que tanto esfuerzo hasido en vano. Antes de empezar el acto institucional, y tras unas palabras delalcalde de San Fernando,? el Reydescubri? una placa a la entrada del Real Teatro de las Cortes, se le reconoc?acomo el primer Edificio Constitucional de Espa?a.
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Lo que sucedi? dentro del RealTeatro no lo vi, aunque lo s? de muy buena tinta. La persona que me lo cont? lono s?lo me pormenoriz? lo que dijo cada orador, tambi?n me transmiti? laemoci?n que all? se palp?.
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Se comenz? con una delicadalectura del cap?tulo de los Episodios Nacionales de Benito P?rez Gald?s dedicadoa las Cortes de la Real Isla de Le?n, lo hizo la periodista isle?a Sandra GolpeCantalejo. Fue la diputada m?s joven del Parlamento espa?ol (no encuentro sunombre por ning?n? sitio), la que ley? elacta del primer decreto aprobado por las Cortes en la misma noche del 24 deseptiembre. En ella se recog?a el irrenunciable principio de Soberan?aNacional. Cuando D. Jos? Bono, Presidente del Congreso, que actu? como unaespecie de maestro de ceremonias, dio la palabra al Sr. D. Javier Rojo,Presidente del Senado, el ambiente rebosaba de esa c?lida expectaci?n de losgrandes momentos. Se estaba haciendo historia. Su discurso fue elegante ysobrio, casi tanto como la C?mara Alta que con tanta mesura preside. Hizohincapi? en la acci?n revolucionaria que supusieron las Cortes de la Real Islade Le?n, y como entonces ?Tuvimos laosad?a de so?ar con una vida mejor, y la generosidad suficiente para encontrarla verdad de todos.? ?Le sigui? elSr. Bono, que estuvo aguerrido y ocurrente, como la instituci?n a la querepresenta. Partiendo del discurso que llevaba escrito, se le notaba que tambi?nimprovisaba sobre la marcha, hizo un recorrido por la historia con comentariosir?nicos que afectaban al presente. El Sr. Presidente del Congreso agradeci? supresencia a algunas personalidades p?blicas que s? hab?an comprendido laimportancia hist?rica del acto que se estaba rememorando. La pregunta qued?flotando en el aire: ?Qui?nes no la hab?an comprendido? Me callo nombres ycargos que ech? de menos. Habl? de muchos temas, pero me quedo con tresreferencias a su discurso. La? primerahace alusi?n al grito jubiloso que los vecinos de la Real Isla de Le?n dejarono?r en la calle la ma?ana de aquel 24 de septiembre de 1810: ?A las Cortes, a las Cortes?. Era ungrito de adhesi?n a la nueva Espa?a que aquel d?a empezaba a andar. La segunda tuvocomo protagonista a Arg?elles, el divino le llamaron sus contempor?neos por suoratoria,: ??Aqu?, las Cortes declararon soberana a lanaci?n y desde aqu? se hizo posible que Arg?elles, una vez aprobada laConstituci?n en marzo de 1812, proclamara de modo solemne que, por fin,? los espa?oles ten?an patria?. Idearevolucionaria que viene a decir que la patria de los hombres se basa en losderechos colectivos e individuales y en la justicia. La tercera tuvo comoprotagonista a D. Juan Carlos I, a ?l le dedic? encendidas palabras quehablaban de admiraci?n y respeto y todo ello sin olvidar nuestra historia m?sreciente: ?Los resultados de vuestraobra, al margen del trato que la historia os conceda, os debe proporcionarhonda y grande satisfacci?n personales. Por eso, no es exagerado afirmar quehab?is hecho por Espa?a y por la Monarqu?a m?s que todos vuestros antepasadosjuntos?. Un grito espont?neo de ??Vivael Rey!? interrumpi? su alocuci?n. Grito que fue rubricado por unestruendoso aplauso de todos los presentes. Fue la ?nica ocasi?n en la que serompi? el silencio y la solemnidad del acto. Me cuenta mi confidente que todosestuvieron muy serios. No hubo un momento para la espontaneidad, ni para uncomentario a ninguno de los discursos, tampoco nadie se atrevi? a sacar suc?mara para inmortalizar el momento. No me explico c?mo la gente se puedereprimir un chiste f?cil ante las posesexhibidas o esos aparatosos saludos envueltos en amplias sonrisas que sededicaban los pol?ticos. C?mo se ve que no son admiradores de la llamada princesa del pueblo. Yo tampoco.
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Finaliz? el Rey. En su alocuci?n ?agradeci? el que los representantes de los trespoderes del Estado estuviesen presentes. Refiri?ndose a San Fernando, le dedic?unas hermosas frases que deben quedar en la memoria de todos los ca?a?llas, tanto de nacimiento como deadopci?n, en cuyo grupo me encuentro: ?EnSan Fernando se abri? un cap?tulo fundamental de la gesta colectiva iniciada en1808, cuando el pueblo se alz? como titular del ser y del destino de nuestraNaci?n?.? Fue un reencontrarse con elpasado de libertad, al que como insinu? Bono, algunos de sus antepasadosrenunciaron. Acab? con un ??Viva lasCortes! y ?Viva Espa?a!?. Que as? sea.
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Todos los discursos tuvieron unaapelaci?n com?n. Fue a Benito P?rez Gald?s y a sus ?Episodios Nacionales?, quehoy como ayer sirvieron para expresar una ?poca y unos ideales, que siguenvigentes en los hombres y mujeres de bien de nuestro pa?s.
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La fiesta continu? en la calle,que estaba a rebosar. Despu?s de una jornada tan larga e intensa mi amiga Asun lleg?descalza a su casa, pero es que ella, como todos, no quiso perderse ni undetalle de lo que se vivi? en esa ma?ana. En la Feria de la Tapa no cab?a unalma. Y Carlos,mientras tanto, trabajando en C?diz, aunque eso s?, se lo grab? todo.Sin duda se vivieron grandes momentos que quedar?n en la memoria de todoslos presentes. Enhorabuena, Sr. Quintero.
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