LAS MIL NOCHES DE HORTENSIA ROMERO
Versión teatral de Montse Torrent
(Montse Torrent, en el centro, al acabar la representación con un grupo de amigos y distintos miembros de la Asociación de Amigos de Fernando Quiñones.)
La cita fue el pasado 31 de enero, a las 9 de la noche. Tenía curiosidad por ver la puesta en escena de Las mil noches de Hortensia Romero. La obra de Fernando Quiñones que Montse Torrent pondría en escena en el Teatro Principal de Puerto Real bajo la dirección de Estrella Távora. Se trataba de un intenso monólogo en el que la actriz se metía en la piel de Legionaria, una prostituta ya entrada años que decide contar su vida a unos periodistas. Quería comprobar si Montse era capaz de aguantar el tipo durante hora y media de representación devanando las múltiples historias que salpican la novela, finalista del Premio Planeta en 1979. También quería ver en qué quedaban las más de cuatrocientas páginas de la novela, en la que el autor retrata la crudeza de la vida durante la posguerra española a través de los recuerdos de Hortensia Romero. Cuando se abrió el telón nos encontramos que la única decoración consistía en una cama, una silla y un carrito camarera con una licorera y dos vasos. La cama era metálica, con dosel y ruedas. Lo que permitirá que gire y sirva como soporte dinámico a las más diversas situaciones. La representación empieza con una proyección. Los cortinajes del dosel sirven de pantalla. Montse Torrent, Legionaria, la Horte, espera en un bar a que lleguen los supuestos periodistas que la van a entrevistar. Es su cámara de vídeo la que parece estar contando la historia. Se detiene la proyección y el escenario queda nuevamente vacío. Cuando se enciende la luz la protagonista ya está encima de la cama. Lleva un moderno vestido y unos altos tacones. De ambos se despoja poco después. Una combinación y su bien hacer como actriz serán a partir de entonces su únicos ornamentos. Empieza en este momento un largo monólogo que tendrá la facultad de hacernos reír, llorar, reflexionar y, también, de oprimirnos el corazón. Las más variadas emociones estarán a flor de piel en todo momento. En ningún momento de la representación decae el interés. La Torrent hace un alarde de los más variados registros con la única finalidad de mantener a un público entregado a esa sucesión de historias que conforman su existencia. Ha sabido construir un personaje real, y al mismo tiempo divertido, cargado de buenos sentimientos y de sabiduría popular El amor, el desamor, el engaño y la constante ilusión por vivir se pasean por las tablas a través de un cuerpo camaleónico y de los distintos tonos de voz que la actriz utilizará durante la representación. De manera descarnada y sin ningún pudor nos hará comprender por qué llega a la prostitución y por qué esta ha sido su vida. De nada se arrepiente. Delirante la escena de la almohada, que figura ser el maltrecho cuerpo de don Roman Matute, contra la que Legionaria descarga sus largos tacones y todo su sentido del humor. Montse Torrent se nos muestra en plena posesión de recursos interpretativos, en una esplendida madurez que seguro le traerá grandes éxitos futuros. Ella forma parte de las pocas actrices españolas que serían capaces de enfrentarse a un texto tan intenso y lleno de matices. Seguro que Quiñones hubiese disfrutado viendo a su Legionaria en el escenario tal y como la concibió el autor gaditano. Imprescindible.
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