(Invitación al acto de presentación de "Las mijitas del freidor")
LAS MIJITAS DEL FREIDOR
El pasado 20 de febrero, en el salón de actos del Rectorado de la UCA, tuvo lugar la presentación de “Las mijitas del freidor”, un conjunto de artículos publicados por Fernando Quiñones en el Diario de Cádiz entre los años 1990 y 1994. El trabajo de recopilación y estudio ha sido realizado por Blanca Flores, antigua alumna de esta Universidad. La presentación se realizó de acuerdo al programa SE HA ESCRITO UN LIBRO POR… de la Universidad de Cádiz. Destinado a antiguos alumnos de la Universidad Gaditana que han publicado en los últimos años. El acto contó con la presencia de David Almorza, vicerrector, y de Ricardo Chamorro, director de bibliotecas de la UCA.
Abrió el acto David Almorza, que habló de la vinculación de la Universidad de Cádiz con la ciudad y la promoción de la cultura. Le siguió Ricardo Chamorro que explicó la importancia de la biblioteca de la UCA y algunas de las actividades que está llevando a cabo. A continuación hablé yo mismo, que presenté el libro y realicé un retrato de Blanca Flores y Fernando Quiñones. Terminó las intervenciones Blanca Flores, que recordó su paso por la Universidad y múltiples anécdotas que rodean “Las mijitas del freidor”, libro que se ha publicado gracias a su dedicacación y labor de recopilación y estudio previo.
A continuación expongo la presentación que escribí para “Las mijitas del freidor”.
(Acto de presentación: De dcha. a izda.: Ricardo Chamorro, Blanca Flores, David Almorza y Ramón Luque.)
LAS MIJITAS DEL FREIDOR
de Fernando Quiñones
Estudio y recopilación de Blanca Flores Cueto
Presentación de Ramón Luque Sánchez
Había una vez una chica joven a la que le gustaba asomarse de vez en cuando a ese mágico mirador que es la Caleta. A menudo se encontraba andorreando por sus arenas a un hombre ya algo mayor, que unas veces iba perseguido por una caterva de niños y otras se dedicaba a recoger papeles y todo lo que encontraba en la playa para que brillase como esa tacita de plata a la que pertenece. Aquella muchacha empezó Magisterio y después Filología Hispánica. Y uno de esos años de estudio se acercó hasta San Roque para asistir a los Cursos de Verano que organizaba la UCA. Entre los ponentes estaba el famoso escritor gaditano Fernando Quiñones. Ella quería conocerlo. Nuestra joven se quedó literalmente de piedra. Aquel hombre que ella había visto más de una vez en La Caleta con pintas de vagabundo era en realidad el famoso novelista autor de “La canción del pirata” y “Las mil noches de Hortensia Romero”.
Así empieza una historia que tiene que ver mucho con la Literatura y con la palabra escrita. Tiene dos protagonistas. Uno de ellos, como ustedes habrán podido imaginar, es Fernando Quiñones, el otro, en este caso la otra, es Blanca flores, que está sentada a mi lado.
Parece ser que aquel encuentro fortuito dio paso con el tiempo a una relación profunda en lo personal y en lo intelectual. Los presentó Juanjo Téllez. Siguiendo la historia con la que he iniciado mi intervención, Blanca Flores terminó su licenciatura, aprobó sus oposiciones de Lengua y Literatura española y en ese mar de inquietudes culturales en el que navega creó en Villamartín, donde estaba destinada, el grupo literario Chamarín, que aún hoy sigue existiendo. Por aquellos años se dedicó a investigar la poesía de los autores de la Generación de los cincuenta, entre los que están Julio Mariscal, sobre el que haría poco después su tesis doctoral, también investigó la existencia de la revista literaria “Alcaraván” de Arcos, contemporánea de la revista “Platero” creada y dirigida por Fernando Quiñones. El propio Fernando, miembro destacado de esta generación de poetas, ayudaría a Blanca en la preparación de su tesis, prestándole material literario de primera mano y regalándole sus anécdotas personales. Pero esta relación con Quiñones y su obra acababa de empezar. Años después, ya situada en Cádiz, emprendería el estudio de su obra, y posteriormente su divulgación, en este caso acompañada de Juanjo Téllez, que nuevamente hace de puente entre los dos. Fue cuando ambos tuvieron la feliz ocurrencia de organizar las llamadas Rutas Quiñones, que cada primavera mueven a cientos de personas en un peculiar homenaje al autor de “La canción del pirata”. De verdad, les animo si no la conocen a asistir y a participar leyendo sus poemas o teatralizando alguno de esos textos quiñonescos que le han dado fama. Esto le llevaría, tres años después, a crear la Asociación de Amigos de Fernando Quiñones, asociación cultural que ha organizado en sus pocos meses de existencia múltiples actos culturales en nuestra ciudad y otras localidades, como El Puerto de Santa María y Chiclana, patria chica del escritor. Entre ellos quiero destacar el homenaje que se le rindió a la cantaora gaditana Mariana Cornejo, recientemente fallecida. O el mismo acto de presentación de la Asociación en un Casino Gaditano totalmente abarrotado y con representantes de todas las ideologías políticas y de los más diversos ámbitos culturales de nuestra provincia. Y es que Blanca es polifacética. Hablando en argot popular, se podría decir que cuando se trata de temas relacionados con la cultura igual sirve para tapar un roto que para arreglar un descosío. Blanca Flores, al tiempo que trabaja, es Inspectora de Educación, organiza y dirige la Asociación de Amigos de Fernando Quiñones, escribe en prensa e investiga en el mundo de la Literatura. Fruto de esta última actividad son “Las mijitas del freidor”, que estamos presentando. En sólo unos años se está convirtiendo en una sólida poeta. Así lo ha demostrado en sus poemarios “Vaivén”, “Por debajo de la puerta” y “Ecos de un solo de saxo”. Es la suya una poesía viva y nada convencional. No busca el adorno fácil ni la sonora musicalidad, ni tan siquiera conmover. Blanca persigue inquietar, mover las conciencias y sacar a la luz esas verdades que mueven a los hombres y mujeres de hoy en día y que subyacen bajo esa capa superficial que se ha formado con las dudas y miedos que lo acucian.
Del otro protagonista de esta historia, Fernando Quiñones, poco se puede decir que no se haya dicho ya. Figura de las letras españolas del siglo XX, fue poeta de la Generación de los cincuenta, celebrado y reconocido novelista, articulista y flamencólogo. También creador del festival de cine Alcances. Hace unos días tuve la ocasión de ver en el Teatro Principal de Puerto Real la versión teatral que Cristina Távora (directora) ha montado junto con la actriz Montse Torrent de “Las mil noches de Hortensia Romero”, novela con la que Quiñones quedó finalista del Premio Planeta en 1979. Inconmensurable Montse. De verdad. Pero es que el texto es una locura. Lo que nos da pistas de la enorme calidad literaria de este chiclanero universal. Persona de espíritu bohemio, pero también observador y crítico de la vida y de esta ciudad en la que estamos: Cádiz. Curiosear con ojo avizor y reflexionar sobre lo que ve es lo que hace en el libro que estamos presentando “Las mijitas del freidor”. Recopilación y estudio crítico llevada a cabo por Blanca Flores de una serie de artículos que Quiñones publicó entre 1990 y 1994 en el Diario de Cádiz. Un enorme trabajo de Blanca, que primero tuvo que localizar, rebuscar en algunos casos, y transcribir los artículos, estas mijitas periodísticas como llamó su autor. Artículos formados por una sucesión de ideas, expresadas de forma breve e incisiva, que representan estampas de los laberintos que conformaban el mundo que le tocó vivir. Después Blanca realizó un exhaustivo e interesante estudio crítico, que se constituye casi en una guía para leer y entender en toda su magnitud el significado de estas mijitas literarias.
El libro lleva por portada una magnífica fotografía de Paco Rocha, fotógrafo perteneciente al grupo La Balaustrada, que refleja a la perfección aquellos tiempos en los que se debieron escribir y publicar estas mijitas. Está publicado por ediciones EL BOLETÍN, que está apostando decididamente por la cultura y la literatura gaditana. Viene precedido de un prólogo titulado “El cartucho” de Emilio López Mompell, que cuenta con varias anécdotas el empeño de Blanca en sacar a la luz estas mijitas quiñonescas y sus visitas al Diario de Cádiz hasta terminar su propósito. Le sigue una emotiva introducción de Mariela Quiñones. Se titula “Las mijitas, como trocitos de vida impresos”. La hija de Quiñones enlaza un relato donde nos descubre muchas de las interioridades de estas reflexiones quiñonescas antes de que sus palabras se viesen impresas en el periódico. Nos cuenta cómo escribía su padre, los variados soportes que utilizaba, y todo ello salpicado de la admiración y el amor que sentía por su progenitor. Un cariño que se escapa a borbotones por cada uno de los renglones de su texto. Le sigue a continuación el estudio crítico de Blanca, que clasifica por temas estas mijitas, desvela el estilo de las mismas, habla de su origen y hace un paralelismo con algunos de los temas de actualidad que ya anticipa Quiñones en estas reflexiones en forma de artículos.
Tres rasgos destacaría yo de este estudio. El primero es la comparación que hace de las mijitas con las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Es por su brevedad y por el incisivo, chispeante y, a veces, metafórico lenguaje que utiliza. Así en la mijita del 29 de julio de 1990: “Me encantaría haber nacido en el año 2500, pero ya es tarde para no haber nacido todavía.” O esta del 16 de enero de 1993, la señala Blanca en su estudio previo, habla de la búsqueda del placer solitario, pero con una gracia y un lirismo difíciles de superar. Qué gran juego de palabras para hablar de una actividad que existe desde el inicio de los tiempo. “Cuando no hay otra cosa, más vale Onán que Don Juan. O, bueno, que Mesalina”. Otras veces son casi sentencias, como esta publicada el 21 de noviembre de 1992: “CADA día le resulta a uno menos soportable esos tipos que no te oyen ni media palabra para echarte encima todas las tuyas. Es decir, nueve españoles de cada diez.”
La segunda es esa rara actualidad de muchos de los temas que trata y que parecen adelantarse a lo que ocurre hoy en día, o tal vez es que se perpetúan en esa sinrazón que muchas veces es el hombre. Así en la mijita publicado el 4 de marzo de 1990 se puede leer: “No puede ser. No puede ser verdad, pero lo es, que Yugoslavia ya no exista, que quienes la sentían como tal país –yo, extranjero, también- se hayan quedado sin él, que ya no podamos asociar la alegría nocherniega de Skardalija, el hoy amargado “Montmartre” belgradense, al claro silencio del lago de Ohrid, en el sur; o el sabor de Duvrovnik, la antigua Ragusa veneciana, y los de la sísmica y gárrula ciudad de Skopie y el masacrado Sarajevo, al sabor de los mercados de Zagreb o Pulas. No parecía aquello un todo: lo era. Un todo complejo, eso sí, diverso: como el de cualquier otro país considerable de este mundo, pródigos todos en ricas y contrastadas diferencias.” Cuando uno lee este texto no puede por menos que pensar en España, en la nuestra, en estos días tan entredicho por muchos: unos los nacionalismos periféricos y excluyentes, y otros los nacionalistas centralistas y fascistoides.
La tercera es su gaditanismo. Consiste en cómo habla de Cádiz –prácticamente lo hace en cada una de sus mijitas – y en interpretar qué es ser de Cádiz. Es el Cádiz profundo el que describe: el de los pescadores y trabajadores del mercado, el de la gente que abarrota La Caleta una tarde de verano. Y todo lleno de humor y sabiduría popular. Como esta publicada el 25 de marzo de 1990: “AQUELLO de Paco Alba que si aquí no tenemos Alhambras ni Mezquitas, y que si a Cádiz “por ser antiguo ni sus propias ruinas le quedan ya”, concuerda en su ingenuidad con las calladas ideas de mucho gaditano, equivocadas de cabo a rabo y tan negativas para nuestra ciudad como que pone su grano de arena en el desánimo, padre de la poca limpieza urbana y de un desarrollo turístico, flaco y falto de fe.
Casco clásico del XVIII, único en este país y en punta además sobre el Atlántico, playerío y gastronomía, tradiciones e idiosincrasia gaditanas, concitan el agrado unánime de viajeros y el interés de agencias y expertos en turismo; falta de inversiones, tesón, y sobre todo talento para condicionar, ofrecer y vender Cádiz como es debido. ¿Se sabe por ejemplo (no se da al dato y al lugar el conveniente realce) que la plaza de Abastos central, la de la Libertad, es la más antigua de España? Pues sí. De 1832. Y la siguen en solera la de la Boquería, en Barcelona (1839) y la de Huelva (1868).
Como vemos en solo unas frases se reúne información veraz, curiosidad histórica, humor chispeante y promoción de la ciudad.
Acabo ya. He querido utilizar en esta intervención, sobre todo al hablar de Blanca, un tono situado entre lo épico y lo lírico. Pero es que la figura de Blanca Flores se lo merece. Es por su buen hacer, por sus inquietudes culturales, por su inagotable capacidad de imaginar y crear. Su encuentro fortuito con el novelista famoso, al que ella creía casi un indigente, sin duda le marcó un camino. Fruto de ese deambular por el mismo son estas “Mijitas del freidor”. Un estudio intenso y una posibilidad de adentrarnos en otro de los muchos aspectos creativos de ese gran escritor que fue Fernando Quiñones. Muchas gracias.
Tags: Blanca Flores, Fernando Quiñones, Las mijitas del freidor, se ha escrito un libro, UCA y Quiñones