DÍAS DE AGOSTO

Ramón Luque Sánchez

En estos largos días de agosto,

tan dentro de mí mismo

y tan fuera del mundo al mismo tiempo,

las mañanas me ofrecen el sosiego

de una buena lectura y el regalo

de un poema vital, como es el aire,

dependemos de él y no se nota.

En estos largos días

observo sin angustia

que crecen los tomates,

por instantes más rojos y sabrosos,

y que España queda lejos de mis sueños.

La familia a mi lado, fuerte y sana,

me regala su dulce compañía

a notas de violín me sabe

y al beso de la brisa por la tarde.

Hace calor en Londres este agosto.

Parece que el reloj se ha detenido

y que el alma se ensancha y saborea

estas horas sin prisas, que declaran

la dicha de un abrazo confidente.

Desde el patio, escucho en la cocina

las voces de mis hijas,

amasan sin desmayo y con esmero

ese beso de amor que quita el hambre.

En estos largos días,

España queda lejos de mis sueños,

me despierta temprano un trotecillo

de risas que son vida y son caricias.

Es mi nieto que llama a sus abuelos,

quiere jugar con pompas de jabón

o a pasar por el aire una pelota.

Y mientras salto o me arrastro por el suelo

miro el vientre redondo de mi hija

que crece generoso en esperanza,

albergando otro ser. ¡Muero de dicha!

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